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  • Se trata de un compendio escrito durante una investigación entre comunidades desplazadas por la violencia en los estados de Chiapas, Oaxaca y Tabasco durante el año 2023.

  • El compendio se compone de  tres textos que abren a manera de incisión, un cuerpo generacional que atraviesa tiempos, deseos y aberraciones a partir de cinco generaciones de la migración forzada en América Latina.


 

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Este proyecto se construye a partir de una investigación que interroga principalmente el sentido de la expulsión como origen, tránsito y destino entre comunidades migrantes. La investigación se llevó a cabo en refugios temporales, cruces fronterizos y puntos de confluencia migratoria de los estados de Oaxaca, Chiapas y Tabasco durante el año 2023. Mi interés principal fue abrir un espacio crítico a partir de la lectura de dos textos donde el sentido de expulsión, ofrece otras posturas radicales desde lo perverso, lo subversivo y por supuesto, lo poético: Una temporada en el infierno de Arthur Rimbaud y Farabeuf de Salvador Elizondo.

 

¿Cómo acceder a una perspectiva de estos textos desde la lógica del desplazamiento forzado? ¿Cómo activar pronunciamientos sensibles que se manifiesten frente al dolor del rechazo y la excomunión entendida como trascendencia? El término que puede identificar en todo ello, en un primer momento, se relaciona con la lógica de la irreverencia como potencia disruptiva. En ese sentido, dentro de esta colección, los castigados no confieren importancia a las estructuras de la autoridad, la imposición y el poder. Son más brutales que ellas. Construyen por medio de lo infraccionario, su propia no-residencia, no-patria, no-existencia. El invisible se vuelve visible para manifestarse a partir de la apatía, el crimen y la desobediencia civil. De la no-victimización. De la no-autocompasión. Algo que nos recuerda que estar fuera de la ley, implica un nivel de autosatisfacción mayor. Un recrudecimiento de las voluntades propias y colectivas llevadas, en algunos casos, al extremo del delirio. De este modo Diásporas, inercias y desprendimientos abre a manera de incisión, un cuerpo generacional que atraviesa tiempos, deseos y aberraciones a partir de cinco generaciones de la migración forzada en América Latina.

 

En Diásporas se ensaya la fábula de la travesía por el Darién a partir de la figura de hombres y criaturas salvajes que devoran migrantes. Con ello, iniciamos la trilogía de árboles genealógicos talados, como se diría en otra de las piezas. Diásporas, nos pone de frente al primer hombre de esta descendencia: Jefferson, un venezolano que intenta persuadir a las mafias que operan en la zona, desentramando una serie de conceptos en relación al paraíso perdido como entidad vinculada, quizá un poco más al exotismo, que a la fascinación religiosa: Proie et oppresseur. Des chapitres où les massacres sont justifiés tout au long de l'histoire sous la rhétorique du paradis. (Presa y opresor. Capítulos donde las masacres se justifican a través de la historia bajo la retórica de paraíso) Dice Moure, un haitiano que aparece como su acompañante y se encarga de cavar un túnel para resguardarse y poder escapar de los asesinos. Los libros de la sangre/ La sangre de la nada es una apología concertada que, acento sobre acento, va incrementando la condición de barbarie y de un placer inconmensurable por esa barbarie. Barbarie que, en la descendencia de Jefferson, volveremos a tener en Momo, su hijo, que en el siguiente capítulo avanza por Nicaragua junto al arma que ha heredado de su padre. Momo, aterroriza, subvierte, confirma su identidad de apátrida desde una convicción clara por el delito: Entonces vamos hasta ahí y saqueamos todo. Incendiamos aparadores y antenas de telecomunicación. Planeamos atentados y violamos enfermeras. Llenamos de sospecha las estaciones y las aceras. ¿Qué es lo que ha provocado este desastre de humanidad que huye de donde la exterminan, que sólo experimenta una turbación de estructuras de luz colapsándose entre fronteras y controles migratorios sin poder sostenerse, remplazarse, asimilarse?

 

Hacia el último capítulo del texto, nos encontramos con Mildred, hija de Momo, que avanza por El Salvador cuando es sorprendida por una crisis depresiva que la mantiene internada en un centro psiquiátrico y más tarde en una prisión estatal por el asesinato de su hermana. Las lecturas que Mildred abre sobre la realidad, se relacionan con cierto júbilo por lo terrible y lo desesperanzador, pero también por una inercia que, en la medida en que se deprava, se vuelve más placentera para quien la practica. Ser víctima de la realidad/ Dejarse caer/ Atender al vacío: Enmudeceremos, caminaremos desnudos, volveremos a encontrarnos después de algunos años y no recordaremos nada. La amnesia será nuestro shock predilecto. Seremos los mismos, con la diferencia de que nunca existimos.

 

En Inercias la línea generacional se complejiza con Kitty, hija de Mildred, que muestra la situación de los indocumentados que han logrado instalarse en los Estados Unidos. Kitty, mantiene una relación con Duck, un poeta venido a menos y ambos, viviendo en un apartamento de Memphis, intentan obtener dinero para comprar dosis de heroína, alimentar a los gemelos hijos de Kitty y librarse de la deportación.  En Inercias intento abrir un expediente que amplía el imaginario del migrante, más allá de lo relacionado con el deseo de pertenencia o la construcción de una vida mejor. En este caso, no existe una vida mejor en este o en ningún otro país. Los personajes se han desenvuelto tanto en el fracaso que rehabitan constantemente sus instancias mediante implosiones que buscan poner voz a cierta poética del aborrecimiento e indolencia, abandonando el ideal como espejismo: Los que pueden desmentir a la autoridad pelean también por un mundo mejor. Nuestro mundo ya es irreparable, he dicho a una paloma que se estrella en el retrovisor del auto en el que me deportan junto a Kitty y los gemelos. 

 

El origen en Inercias, no es el punto de partida, sino la consecuencia. La subversión de los opuestos convencionales. El desastre asumido como religión. A partir de tres capítulos, se renueva la vocación suicida de una generación que no se convence, ni se adoctrina, sino que, por el contrario, amplia su espectro, mediante cierto pensamiento que se fortalece desde lo salvaje:  Volveremos a la cueva. A la transformación del hombre en mujer y la mujer en niño y el niño otra vez en mujer y de la mujer, insectos, muchos insectos y de los insectos, espectros propios y ajenos. Espectros del álbum familiar. De los excesos, las palabras pronunciadas en vano. Las palabras que no existen. Dentro de la cueva un niño hace un ritual de iniciación. Bebe la sangre de un cordero y luego viste con la piel del cordero y se recuesta a dormir junto a la madre. Todo transcurre en el aparador de una tienda junto a los anaqueles de leche en polvo. Pensamientos contraprogresistas que vuelven a las cavernas, y en las cavernas, en su ritualidad del dolor, reivindican el desplazamiento forzado, como un atentado procurado contra sí mismos. 

 

Finalmente, en Desprendimientos tenemos la visión de los gemelos Paul y Paul, hijos de Kitty, que se mantienen recluidos en una prisión de alta seguridad en Memphis Tennessee . Ambos, refundarán una retórica del desconcierto, la insatisfacción y el masoquismo desde su óptica privada de libertad y de cualquier prejuicio moral:  No es cierto que la voz se mantenga intacta. Todo se comunica a partir del miedo. La calamidad. La orfandad. Tal como ha sucedido con Jimmy.  Hay cosas que mejor no se preguntan. Ellos son parte de este juego de macabros que se alimentan de congojas. Del encanto pasivo de la desgracia. Del obscuro perfecto.

 

Paul y Paul, abren una crónica testimonial del modo en que operan los sistemas carcelarios desde la represión, las tareas extremas y la tortura. Son ellos en sí mismos una tortura en relación a la amenaza social que representan. Su postura, compuesta por matices que otorgan sentido a la reclusión, es clara: Son proscritos, asesinos, hijos de padres migrantes nacidos en Estados Unidos y homosexuales. Son, una combinación de la conjetura filosófica y el hedonismo. Del desprendimiento de una línea generacional afectiva a cierta ritualidad nihilista: En la alineación de la runa se comprenden espejismos diversos (Un ejemplo de ello es la interpretación del curso de vuelo en algunos insectos como método adivinatorio) y nosotros que vivimos dentro de la prisión, no podemos, no queremos confesar que estamos vivos, cuando en realidad estamos muertos, porque todos somos hijos de una misma madre/ casa y padre/ que nunca estuvieron ahí. ¿Paul? ¿Me sigues?

 

Finalmente, habría que decir que esta colección se excluye de la tradición dramatúrgica del la migración forzada. Parecieran correspondencias negadas, cartas escritas por voces muertas. Un locutorio sin interlocutor de seres residentes de su propia voluntad y sus propias perversiones. Residentes de un desplazamiento interno,  donde las fronteras se recrudecen en la anarquía identitaria, y superan la condición del resentimiento social. Residentes que se instalan como objeto de su propia tiranía.

Ángel Hernández.

 

 

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